sábado, 24 de julio de 2010

100 AÑOS DE PASATIEMPOS

¡Bogotá al instante! Lo invitamos a descubrir los diversos pasatiempos de los capitalinos a través de la historia. No deje de ver los excéntricos espectáculos de circo, las refinadas carreras de caballos, los carnavales estudiantiles, los paseos y películas que cautivaron públicos de todas las edades. en este magazín llamado. Bogotá una historia para contar.

Al despuntar el siglo XX la mayor de las aficiones eran los toros, un espectáculo que se desarrollaba en los circos rutilantes, de los cuales en 1906 había cinco. Los modales del respetado público dejaban mucho que desear, sobre todo si la corrida era mala.

Si pasamos la página de este magazín descubriremos que para el primer centenario de la independencia, varias calles fueron iluminadas especialmente y se realizaron diversos actos culturales y se celebró el carnaval inspirado en las fiestas de carnestolencia de Venecia.

En la década del veinte apareció el boxeo como una diversión novedosa y el cinematógrafo conquistó un espacio definitivo entre los capitalinos. El cine: una alucinación mágica proyectada sobre la pared blanca, del Teatro Olimpia, del Bogotá, del Municipal, del Caldas de Chapinero.

Los estudiantes… ah los estudiantes! Ellos fueron los autores de los carnavales y marchas de otros tiempos, de aquellos en los que las mujeres empezaban a tener una activa presencia en todos los órdenes de la vida cotidiana.

En la célebre "Cigarra" en la carrera séptima con calle 14, famoso local fundado en 1920, los contertulios de toda la ciudad asistían a duelos y encuentros de retorica de cuanto tema se manejaba en las calles, confinándose en largas horas de verborrea.

En los patios centrales, algunas damas leían la revista El Gráfico, que ilustraba sus crónicas con fotografías de la moda europea y que tímidamente fueron reemplazando las viejas formas de vestirse, que se alejaban del hábito y se aproximaban a las tentadoras prendas modernas.

Se jugaba cartas en las casa de familia, se contrataban músicos para bailar un los salones, se paseaba en coche por la sabana y los domingos por el Centenario para tomarse una foto. Pero la vida provinciana cambió radicalmente en 1929 con la fundación de La Voz de la Víctor que junto a La Voz de Bogotá llevarían las noticias, el tango, el foxtrot y las rancheras a los novedosos radios y radiolas de tubos al vacío.

En los treinta y cuarenta surgieron salones para la práctica de los bolos, como La Bella Suiza, El Bolo de la 32, el Bolo San Francisco, y el "Tout Va Bien". En La Media Torta se congregaban familias enteras a comer los fines de semana y el Salto de Tequendama seguía constituyéndose como el lugar de los "piquetes" y el de los suicidios por decepciones amorosas.
En los 30 el Hipódromo de la 53, fue el principal escenario equino de un éxito absoluto por su ubicación y sus majestuosos espectáculos. Los apostadores encontraron la excusa para congregarse y llegar a obtener la escandalosa cifra de $45.000 como bolsa de premios.

Gardel y muchos otros artistas pasaron por Bogotá. Los grandes deportistas de la época llenaron de espectáculo escenarios como el estadio Nemesio Camacho, el Campín o el Alfonso López.

Pero si definitivamente, buscamos la principal entretención de los bogotanos, podría mencionarse en primer lugar su asistencia a las ceremonias de posesión de los presidentes de la República.

En 1949 se jugó el segundo torneo de fútbol colombiano cambiando los gritos de dolor y rabia del bogotazo por los de júbilo y gloria del deporte.

Cuando la televisión llegó a la ciudad en 1954, el entretenimiento cambió. La caja mágica trajo a casa el teleteatro, los concursos en directo; vio crecer una sepa de nuevos ídolos. La sociedad empezó a cambiar su mentalidad y posición alrededor del mundo que la rodeaba.

Veloces competencias de carros atravesaron las vías cercanas de la ciudad. La vuelta a Colombia pasó batallando contra todas las vicisitudes, y se coronó como el deporte nacional. Los cafés se tomaron el centro de la capital y desde los cincuenta, el ascenso y consolidación de la clase media con sus nuevas costumbres, así como la mayor presencia de la juventud en la escena pública abrieron aun más la oferta del quehacer cotidiano en Bogotá.

Y mientras familias enteras se sosegaban viendo salir los aviones del dorado con sus respectivos piquetes, la moda del Rock and Roll y el twist de "La Nueva Ola", trajeron a los hippies llenos de paz y amor a Chapinero, rodeados por un discurso pacífico que en los setenta se hizo más político y retórico, aunque el disco y la salsa dura inundaron los principales locales de rumba nocturna.

Los ochenta serían la época de grandes eventos. El Concierto de conciertos refrescaría la escena en el auge del rock en español, los pedalazos de Lucho Herrera conquistaban los alpes europeos, la proliferación de las pizzerías y los raros peinados nuevos marcarían años plagados de nuevas alternativas de diversión como los salones de máquinas electrónicas y las ciclovías que abrieron el camino a los noventa, a la década de las renovaciones públicas. A los últimos pies de la película del siglo XX, cuyos créditos finales nos recuerdan la importancia de la memoria audiovisual, del importante valor de este patrimonio nacional.

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